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  • Foto del escritorRosario Castellanos Figueroa

NI ODIO NI HISTERIA: EL ESTÉRIL ESTALLIDO EMOCIONAL (1972)

Uno se pone a ponderar en sus artículos la somnolencia del verano, como para preparar el ánimo —propio y ajeno— a la posibilidad de unas vacaciones. ¿Dónde ir que a mí mismo no me lleve?, se preguntaba Amado Nervo. Pero ésa es la pregunta menor porque; al fin y al cabo, uno puede llegar a ciertos acuerdos, firmar tratados de no agresión y de convivencia pacífica con la otra parte que integra el Géminis.

Pero la pregunta de los sesenta y cuatro mil peros es: ¿dónde ir con un niño de diez años? Pensé, en un momento de extravío, en Europa. Y me vi recorriendo las galerías inagotables si no recordando un hombre, porque no hay para qué, sí arrastrando un niño como escribe otro de nuestros clásicos, el autor de Las abandonadas.

Después de arduas consultas con la almohada decidí África. Y me apersoné en una agencia de turismo para que me instruyeran sobre las maravillas sin fin de un viaje al continente negro. Y que me voy enfrentando con hipopótamos de todas las marcas. Y gacelas, para establecer un equilibrio entre la pesadez y la gracia. Y elefantes y parques naturales y todo lo que hace las delicias de la infancia y las desgracias de la edad madura. ¿Yo ascendiendo hasta las nieves del Kilimanjaro? ¿Yo descubriendo las fuentes del Nilo? Nunca. Mis épocas de doña Bárbara quedaron atrás, en una finca ganadera de Chiapas, en un centro coordinador del Instituto Nacional Indigenista.

Y Gabriel que ya comenzaba a entusiasmarse y a mí que me tentaba la imagen, nunca bien realizada, de abnegada madrecita mexicana. Si era preciso… si era indispensable... si no quedaba otra salida… Por fortuna vino a rescatarme la infraestructura económica. El presupuesto del safari era tan elevado que lo volvía imposible. Algún día voy a tener que ir a bailar a Chalma por el milagro.

¿Y entonces? Hay que mirar el mapa. Estamos cerca de todas partes. Pero hay que tachar este país vecino y el otro y el de más allá por las circunstancias políticas. ¿Y por qué no Grecia? Allá está José Luis Martínez con quien se puede hablar, inagotablemente, de literatura. Y, para variar, dedicarse a la contemplación de una que otra ruina que no sea la que diariamente nos depara el espejo. (Es mentira. Pero a mí me encanta hacer frases. Y ésta me salió tan redonda y tan dulce como un caramelo. No resisto la tentación de escribirla. Y ya escrita comienza a exigir veracidad. ¿Es mentira? Aplacemos la decisión para otro día. Lo que estamos tratando ahora es distinto.)

En lo que me distraía con tales elucubraciones ya el itinerario estaba fijado. Y sí salimos a Atenas en la fecha señalada y sí, encontramos a José Luis y a Lidia en su hermosa casa que se abre a un hermoso jardín fragante. Y sí hablamos de literatura. Y sí hicimos las excursiones de rigor y un crucero por las islas. Y hubo de todo en el barco: baile de disfraces, juegos de cubierta y una cena formal de despedida a la que no asistió más que el capitán y la tripulación porque se había desatado una tempestad y los pasajeros luchábamos contra el mareo en nuestras respectivas cabinas.

Y luego volver rápidamente porque venía a Israel una delegación de Conacyt (Consejo Nacional de ciencia y Tecnología) mexicano que discutía los últimos detalles de un acuerdo de intercambio de estudios avanzados, de maestros, de alumnos entre dos países que poseen tantas cosas complementarias, tantos puntos de coincidencia.

La primera sesión de trabajo de la comisión mixta se inaugura en el Instituto Van Leer de Jerusalén. Yo miro a estos hombres de ciencia, maravillada. Es así como trabaja la gente que sabe y no la que intuye. Con cifras, con cálculos, con hipótesis. Hablan con términos abstractos de una realidad que no sólo puede conocerse sino que debe transformarse. Como yo no manejo esos términos trato de hacer lo que hacía en mis clases de filosofía. Traducir. Un poema empieza a rondarme pero yo lo espanto como si fuera una mosca. Que se acerque cuando yo esté disponible si es tan valiente. Que se atreva a añadir páginas al volumen de Poesía no eres tú que acabo de recibir. Flamante. No me reconozco en esa teoría de mujeres desmelenadas por el dolor o por la dicha. Entre lo vivo y lo pintado hay tal distancia…

A la una de la tarde tenemos un almuerzo con el canciller Eban. Se nos avisa que ese almuerzo tendrá lugar media hora después. A la una y media se nos comunica que el canciller Eban se disculpa y envía un representante suyo. No asistirá porque hay una reunión de emergencia en el gabinete. La delegación israelí a los Juegos Olímpicos en Munich ha sido secuestrada por un grupo de terroristas de la organización Septiembre Negro. Ha habido ya dos muertos.

A estas circunstancias dramáticas se refieren los oradores del almuerzo: el doctor García Sancho que encabeza la delegación mexicana y el embajador Shimon Amir que representa al ministro de Relaciones Exteriores de Israel.

¿Cómo ha podido ocurrir tal cosa? Todos los medios masivos de comunicación transmiten diariamente noticias sobre el conflicto árabe-israelí. Pero los que tienen participación directa en ese conflicto lo ven como algo muy remoto que no puede afectarles. Y las muchachas se dejan seducir por seductores jóvenes que desaparecen después de haber colocado una bomba en la maleta con la que ellas viajarán en el avión. Y los organizadores de los Juegos Olímpicos contratan a quien sea para que se encargue de la limpieza de los locales en que van a alojarse los deportistas. Y quien sea puede ser otra cosa de lo que parece. Y los vigilantes, cuando ven que alguien salta las bardas a medianoche no se inmutan porque piensan que es travesura de un muchacho al que se le pasaron las cucharadas.

Pero bien a bien nadie sabe nada todavía. Y a mí me hablan de México desde tres canales de televisión para que les diga cómo está el ánimo de la gente. Consternado, sí y más a medida que los acontecimientos se van desarrollando y que el optimismo del gobierno alemán para el rescate de los rehenes resulta infundado. Y más cuando se sabe el desenlace.

Consternación, averiguación. ¿Quiénes son los responsables que tan mal han respondido? ¿Cómo puede evitarse en lo futuro una desgracia semejante? Y objetividad. No incitación al odio ni histeria. Es un asunto serio y que se toma muy en serio. Los sentimientos están regidos por la razón y lo que más importa es conservar la lucidez. Para actuar, cuando hay que actuar, sin vacilaciones, con eficacia.

De todas las lecciones que pueden enseñarnos otros pueblos ésta me parece muy importante. Pienso que a Pablo González Casanova le habría sido menos difícil mantener su línea política si hubiera escuchado menos clamores que solicitaban la violencia. Un estallido, emocional o físico, no resuelve nunca nada.

Excélsior, 18 de septiembre de 1972, pp. 7A, 8A.

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