Entre los libros de poesía recientemente publicados en México, quizá el más significativo sea este Valle de nada de Salvador de la Cruz.
Lo que el poeta comunica al lector al través de una forma dócil, domada, es la autenticidad de una experiencia, la vivencia de una revelación. Esto no puede sustituirlo toda la retórica y el parloteo con el que muchos delatan su vacío. Y esto está presente y patente en el Valle de nada que comentamos.
Es la moda actualmente hacer poesía social, comprometida. Preocuparse, a fortiori, por problemas que si bien muchos padecen, son muy pocos los privilegiados que tienen conciencia poética de ellos y capacidad de convertirlos en palabras. La subjetividad ha sido proscrita del ámbito de la poesía pues los románticos, que tantos abusos cometieron con ella, la han dejado imposible para vos y para mí. Pero el verdadero talento ni paga tributo a la moda ni reconoce tabúes, y encuentra cada tema como recién nacido y lo pronuncia como si ésta fuera la primera vez.
Valle de nada es un libro de poemas amorosos y está escrito con una envidiable dignidad, con un profundo sentido patético. Tiene además otras cualidades: la música es sostenida y sobria. El acierto, la novedad presiden las imágenes.
Aunque todos los poemas de Valle de nada logran una calidad muy pareja y estimable, en algunos el equilibrio entre lo que se quiere decir y la manera de decirlo, es total.
*México, Fuensanta, 1955.
Metáfora, núm. 3, julio-agosto de 1955, p. 39.
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