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  • Foto del escritorRosario Castellanos Figueroa

Economía doméstica (poema)

He aquí la regla de oro, el secreto del orden: tener un sitio para cada cosa y tener cada cosa en su sitio. Así arreglé mi casa.

Impecable anaquel el de los libros: un apartado para las novelas, otro para el ensayo y la poesía en todo lo demás. Si abres una alacena huele a espliego y no confundirás los manteles de lino con los que se usan cotidianamente.

Y hay también la vajilla de la gran ocasión y la otra que se usa, se rompe, se repone y nunca está completa. La ropa en su cajón correspondiente. Y los muebles guardando las distancias y la composición que los hace armoniosos.

Naturalmente que la superficie (de lo que sea) está pulida y limpia. Y es también natural que el polvo no se esconda en los rincones.

Pero hay algunas cosas que provisionalmente coloqué aquí y allá o que eché en el lugar de los trebejos.

Algunas cosas. Por ejemplo, un llanto que no se lloró nunca; una nostalgia de que me distraje, un dolor, un dolor del que se borró el nombre, un juramento no cumplido, un ansia que se desvaneció como el perfume de un frasco mal cerrado.

Y retazos de tiempo perdido en cualquier parte.

Esto me desazona. Siempre digo: mañana… y luego olvido. Y muestro a las visitas, orgullosa, una sala en la que resplandece la regla de oro que me dio mi madre.


Rosario Castellanos

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