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  • Foto del escritorRosario Castellanos Figueroa

SOBRE CASI TODO (1947)

Actualizado: 4 may

Julio Camba, Sobre casi todo (Austral, vol. 654), Buenos Aires, Espasa-Calpe Argentina, 1946.


El hombre común y corriente (ese que vemos todos los días caminar por la calle, leer la página editorial de los periódicos, asistir al cine, etcétera) tiene una tendencia innata e irresistible a hacer metafísica; tendencia que se acompaña —como medida precautoria—de una saludable repugnancia ejercida sobre ella por las grandes palabras (especialmente las esdrújulas) que sirven para designar este apetito natural, que por otra parte tiene a su alcance muchas formas en las cuales canalizarse y hallar expresión. Desde el sistema filosófico riguroso y estricto hasta el desbordamiento fantástico del poema, de la novela, de la sinfonía. Desde el esquema científico hasta el dogma religioso y el conjuro mágico.

Todos estos modos que responden a una misma necesidad (la necesidad de interpretación de nosotros mismos y lo que nos rodea) son más o menos inmediatamente accesibles; requieren una mayor o menor disciplina y ejercicio. Pero hay acaso entre ellos uno que exige una lucidez mental extraordinaria, un agudizamineto del sentido crítico y la situación del individuo desde un punto de vista poliédrico cuya capacidad comprensiva sea por lo tanto más amplia. Esta modalidad es el chiste, fruto de una cierta evolución específica y personal. La seriedad es un atributo perfectamente espontáneo en el animal y en el hombre. En cambio la ironía sólo se da en este último y cuando ha llegado a la etapa en la que puede representarse el mundo como objetivo y ajeno y puede comportarse con respecto a él con alguna autonomía y libertad.

Precisa, decíamos, de un gran sentido crítico porque su misión consiste en aplicar un poco de ese ácido corrosivo que es la risa y ver si la verdad lo resiste. Y de un punto de vista poliédrico, porque sólo desde él descubre entre los objetos, relaciones y posibilidades que la realidad no representa con evidencia o que la tradición ha preferido ignorar. Y si al principio destruye es para desembarazarse de los obstáculos que le impedirán construir, como jugando, una visión renovada de las cosas, exenta de muchos prejuicios que mientras esta labor depuradora no se lleve a cabo se sostienen artificialmente, rígidos como los cadáveres puestos en pie, durante siglos.

Todavía hay quienes piensan que el sense of humour es otra de las tradiciones inglesas y, por lo mismo, poco respetable. Nada más erróneo. Toda gran cultura ha tenido su sentido peculiar del humor, a veces tan distinto de los demás que resulta difícil incluirlo dentro de la misma denominación. Así España (dejando a un lado el Quijote o las novelas picarescas) tiene los que podríamos llamar sus humoristas menores: Pérez Zuñiga, Fernández Flores y Julio Camba. Es a este último a quien queremos referirnos.

Entre los libros que componen su historial literario se encuentran Londres, La ciudad automática, Aventuras de una peseta, La casa de Lúculo, publicados todos ellos por la Colección Austral, la que añade ahora una obra más de este autor: Sobre casi todo, en la que, como su nombre lo indica, aborda los temas más desemejantes y alejados entre sí, dándonos una idea bastante ágil y completa de su “noción del universo y de la vida”.

Así cuando habla de las mujeres gordas y establece una ligazón de efecto a causa entre su volumen y sus anhelos de emancipación. O cuando encuentra ese parecido (que todos sentidos alguna vez inconscientemente) entre las recepciones académicas y los entierros de primera clase. O, por último, cuando anticipado a lo Wells, profetiza que con los adelantos de la medicina llegará el día en que el estilo de un escritor pueda determinarse diagnosticando la enfermedad que padece y la crítica (que nació según él de la invención de los lentes) ya no se concrete a señalar los errores en los que incurre un poeta, sino que ayudará a extirparlos extendiéndole una receta o aconsejando una dieta adecuada. En este tono encontramos reflexiones psicológicas acerca del peligro real y del imaginario; disquisiciones en torno al ectoplasma, la antropofagia, la caridad, la literatura, etcétera. En resumen, son setenta artículos que, como los escorpiones y los epigramas de que habla Chesterton, llevan el veneno en la cola de una deducción divertida, sorprendente, pero, en la mayor parte de los casos, desconsoladoramente lógica.

 

Suma Bibliográfica, núm. 8, noviembre-diciembre de 1947, pp. 134-135.

 

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